La primera vez que vi su obra fue en el CGAC de Santiago de Compostela, en 1999. Desde entonces he estado más o menos pendiente de su escultura, que he vuelto a ver en la Tate Galery de Londres pocos años después. Recientemente he releido Respirar la sombra, un libro que recoge su pensamiento desde los años en que formaba parte del arte Povera, allá por los años 60.

Me gusta su forma apasionada y meticulosa de buscar respuestas en la naturaleza, utilizando el tiempo como elemento vertebrador de sus trabajos. Tiempo y naturaleza, tan sencillo como eso, pero a la vez tan directo y cautivador. Sin estridencias, sin ruido…sin pedantes explicaciones.


La obra que más me cautivó es la talla de un árbol de una dimensión imponente cuyo resultado es otro árbol muy esbelto con sus incipientes ramas que surge de ir eliminando anillos de crecimiento hasta reducirlo al árbol que algún día fue, un trabajo de talla «retrospectiva» y meticulosa, estudiada, hecha con calma y respeto, como si estuviese desenterrando un cadáver, viajando en el tiempo a través de la materia. Lo que ves y tocas es el árbol tal y como fue hace 50 o 100 años.

«Desde hace 20 días, con un horario de obrero, trabajo cerca de Geressio, mi pueblo, en una nave abandonada, y el hecho de que sea un antiguo aserradero aún siendo casual es significativo… allí trabajo para extraer de una viga de 11 metros la forma de un árbol que está fosilizado dentro. Técnicamente, para devolverle el aspecto del árbol que fue en determinado momento de su vida vegetal, tengo que establecer primero donde está la punta y dónde está la base. Puedo verificarlo en base a los anillos de crecimiento, que se corresponden a las dos capas que se pueden detectar siempre en la madera, una más densa y otra más blanda. La base coincide con la capa dura más amplia. Desde allí empiezo a excavar y es suficiente que continúe siguiendo siempre escrupulosamente esta capa más dura para recuperar la forma del árbol. De esta forma no sólo obtengo una forma, sino que he recorrido también todo el fenómeno del crecimiento…»

«Siento la respiración del bosque,
oigo el crecimiento lento e implacable de la madera,
modelo mi respiración sobre la respiración del vegetal,
percibo el deslizamiento del árbol alrededor
de mi mano apoyada sobre su tronco.»